jueves, 29 de enero de 2009

Capitulo 10

Kurt Johann

El sol escondiéndose tras el lejano horizonte dejaba a su paso un manto de sangre que se tornaba cada vez más oscuro. Kurt Johann espoleó su caballo y lo mantuvo al galope durante unos metros. Las luces que veía frente a él estaban demasiado lejos; no podría alcanzarlas a menos que cabalgara toda la noche, y su caballo estaba demasiado cansado como para aguantar tal castigo físico. «Buscaré algo que comer y acamparé por aquí hasta el amanecer», decidió.

Era un hombre joven, fuerte, de pelo corto y rojo como el fuego. Un parche, con una gota roja sobre una cruz y tres semicírculos entre las aspas, cubría su ojo izquierdo. Una daga, una capa sobre los hombros, un libro y una chaqueta de cuero sobre una túnica recortada a la altura de los muslos era su único equipaje.

Kurt aminoró la marcha y buscó un lugar donde descansar. Encontró una pequeña charca que parecía haberse formado por las lluvias recientes, ató las riendas del caballo a un árbol cercano y se encaminó al interior de un pequeño bosque en busca de algo que llevarse a la boca.
Tras varios minutos entre la maleza, encontró un conejo que movía frenéticamente su naricilla. Con sumo cuidado se movió en torno a él hasta que lo tuvo completamente a la vista. El hombre alzó una mano con los dedos hacia el cielo, como sosteniendo una copa con suma delicadeza, y el animal dejó de moverse con los ojos muy abiertos.
«Lo siento amiguito, tengo que comer. Procuraré ser rápido…», chasqueó los dedos y el cuello del conejo se torció.
«Y ahora… a calentar la comida». Kurt extendió sus brazos dirigiendo las manos hacia su cena, como si de un marionetista se tratara, y del animal comenzó a salir humo.
«Hervir la sangre de mis enemigos es mucho más entretenido.- se dijo esbozando una sonrisa – Pero también es útil para no tener que comer la carne cruda»

Cuando hubo saciado su apetito se echó en el suelo con las manos entrelazadas tras la nuca y contempló las estrellas en el cielo despejado hasta que se durmió.
Sueños del pasado azotaron su mente mientras se revolvía en el frío suelo. Vio los ojos de Meroline mirándolo desde la oscuridad. Le decían sin palabras que había fracasado en todo. Las lágrimas brotaron de sus ojos al revivir todos aquellos dolorosos recuerdos. ¿Había tomado la decisión correcta? ¿Era un cobarde por dejar atrás todo lo que amaba para expiar sus pecados? Kurt se arrebujó bajo la capa y consiguió dejar la mente en blanco durante un par de horas.

El ruido de cascos lo despertó en medio de la oscuridad. Se incorporó y divisó a algo menos de media legua un pequeño grupo de jinetes con antorchas. Volvió a tumbarse sin darle mayor importancia; no había encendido ninguna hoguera que desvelase su posición, así que no tenía por qué preocuparse.

Intentó volver a dormir, pero parecía que los hombres se dirigían hacia donde se encontraba. ¿Se habría corrido la voz sobre el incidente en que se había visto envuelto en Dethyen? ¿Lo estaba buscando el señor de aquellas tierras para hacerlo pagar por su arrogancia? Últimamente su vida había sido un despropósito. No paraba de meterse en líos. Sacudió la cabeza para deshacerse de esos pensamientos. Lo único que había hecho era darle un escarmiento, que sin duda merecía, a un niño de papá.
Pronto le llegaron las voces de los jinetes que se acercaban. Parecían ebrios y reían como imbéciles.

Cuando pasaron a su lado tuvo que apartarse de un salto para no ser arrollado. Uno de los jinetes tiró de las riendas de su caballo y llamó a los otros para que se detuvieran. Se acercaron lentamente al desconocido entre risas y eructos.

- Eh, tú. Casi lastimas a mi caballo – dijo el hombre que había estado a punto de arrollarlo.
- Casi. Pero me aparté a tiempo. Asunto zanjado, que pasen buena noche, mis señores. – respondió Kurt con voz seca.
- Nosotros decidimos cuando está zanjado un asunto, campesino – vociferó uno de los hombres, y los demás se echaron a reír.

A la luz de las antorchas pudo ver que los cuatro jinetes llevaban escudos con un blasón que consistía en dos hachas cruzadas sobre un portón con el rastrillo bajado sobre un fondo púrpura. Iban ataviados con cotas de malla y espadas largas.

- Lo cierto es que estoy cansado, – comenzó Kurt – así que si dejamos la rencilla en este punto, mejor para todos. No soy de por aquí, tan sólo estoy de paso y me iré mañana a primera hora.
- Vaya, no eres de por aquí. No has oído hablar de Lord Zamyr Weilder entonces. En resumen, páganos un tributo para atravesar sus tierras o… – miró a los otros hombres y rieron todos al unísono.
- No llevo dinero encima, mis señores – dijo Kurt esbozando una sonrisa.
- En ese caso – el hombre desenvainó su espada y los otros lo imitaron – nos cobraremos el tributo en sangre. Hace tiempo que no mato a nadie, y parece que la situación te divierte.
- Oh, veo que habláis mi idioma después de todo. – flexionó los brazos dejando las manos mirando al cielo- Sangre… Con eso sí puedo pagaros.

Giró las muñecas y dos de los hombres se retorcieron de dolor y se sacudieron con tanta violencia que se cayeron del caballo. Los otros dos se quedaron atónitos y no tuvieron ni tiempo de reaccionar cuando Kurt los señaló y reubicó toda la sangre de sus cuerpos en la cabeza, haciendo que se les cayeran las armas y se precipitaran de sus monturas. Uno de ellos quedó sujeto al caballo por los estribos, y este lo arrastró con él en su huída.

Kurt chasqueó los dedos y la noche se llenó de gritos de angustia.

6 comentarios:

Nullien dijo...

No me lo querría encontrar en un callejón oscuro... XDDDD


[Por la recortada y tal, eh, Galliard? XDDDDDDDDDDDDDDDDDD]

Galliard dijo...

En realidad es un hombre tranquilo y pacifico... y amante de las metralletas... aja... xD

Strait dijo...

Alguien tendrá que explicarme lo de la recortada... xD

Nullien dijo...

Pero si ya te lo expliqué! XDDDD

Heldfield dijo...

Molan más las recortadas, tienen más estilo.
¿Quién es ese señor Lord Zamyr Weilder? ¿Es el dueño de Dethyen? ¿En qué lugar se enamoró de ti? ^^

Heldfield dijo...

Ac...
Actu...
Actuali...
Actualiza...
Actualización...
Hijos de perra...