martes, 25 de noviembre de 2008

Capítulo 7

Hals

Aquellos ojos le agujereaban el alma. Notaba cómo lo leían como un libro abierto. Sentía que escudriñaba sus entrañas.
Corría y corría en una espesa oscuridad pero aquellas dos luces blancas le pisaban los talones.
Sus movimientos eran cada vez más torpes.

-¡¿Qué quieres de mi?! –gritó Hals, desesperado.

No hubo respuesta. Los ojos se acercaban más.
Hals aceleró el paso tanto como sus piernas se lo permitían.

Le gustaba la oscuridad. Pero no aquella oscuridad. Cuando era pequeño sus padres siempre le contaban historias sobre monstruos para evitar que saliera de su cama durante la noche, pero a él no le daban el más mínimo miedo. En cuanto se dormían salía por la ventana y dejaba que la penumbra lo meciera. Allí se sentía tranquilo, libre, contento.

Si había algo que le fascinaba más que la oscuridad era divisar una luz en medio. Le encantaba ver esa batalla imaginaria de seres diminutos que luchaban por ganar aquel espacio.
Una luz apareció en la dirección en que corría.

- Hals Gerker – una voz de ultratumba heló la sangre de Hals.
- ¿Quién eres? –preguntó temeroso, sin dejar de correr. Estaba empapado en sudor por el esfuerzo.
- Búscame. Pregunta por ser Vorster Harwig.
- ¡¿Qué es lo que quieres?!

Consiguió salir de la oscuridad al fin. Estaba mareado y sentía un gran dolor en la cabeza y la espalda.
Abrió lentamente los ojos para darse cuenta que estaba mirando hacia el suelo.
Todo se movía y notaba algo mullido debajo. Alguien debía estar cargando con él.
Se movió ligeramente y resbaló por la suave manta de pelo sobre la que iba. Pero nadie lo agarró y acabó cayendo al suelo de bruces.

Hals dejó escapar un chillido de terror.

Un gigantesco oso negro se alzaba frente a él. Pese a las múltiples heridas que tenía, seguía siendo imponente.
El miedo se apoderó de Hals, que empezó a arrastrarse lentamente por el suelo en dirección opuesta al animal.

- Cálmate, muchacho – el oso hablaba con voz ronca y fatigada.
- ¿Pu…Puedes hablar? – preguntó Hals, incrédulo.
- Estás muy verde, chaval – Hals hubiera jurado que el animal esbozó una sonrisa.
- ¡¿Rolf?!

1 comentario:

Heldfield dijo...

ROFL!!

Joder, el viejo Jedi-pederasta se transforma en pedo-bear. La diversión está asegurada.
O eso o es que el chaval es tan tonto que no se da cuenta de que Rolf está oculto detrás del oso (muerto)...
Mola, he dicho.